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Lecturas graduadas. Nivel sugerido: C1

“Lo que llamamos normalidad es un malentendido”

Los milagros existen. La prueba es que cada mañana millones de personas que se levantan todos los días vuelven por la noche a dormir sin haber enloquecido. Aunque no falta quienes digan lo contrario, y los que quisieran haber enloquecido, al menos, un poquito, pero… Desde la orilla de la “cordura”, la escritora Samanta Schweblin (Buenos Aires 1978) explora esa frontera desde que empezó a escribir con 20 años relatos de episodios cotidianos que esconden voces de fondo que cobran vida en la cabeza del lector para preguntar cosas como ¿Qué es la normalidad? ¿Qué es la libertad? ¿Dónde empieza eso que llamamos locura? ¿Por qué no hacemos lo que realmente queremos si no le hacemos daño a nadie? ¿Por qué los demás orillan a la gente que no está en el grupo? ¿Por qué asustarse y enmascarar felices sentimientos desconocidos? ¿Cuál es la frontera de la cordura y la locura?

La autora argentina crea episodios cotidianos en los que se ve cómo los principales temores-tragedias esperan agazapados en el interior de cada persona alimentados por ellas mismas. “Son los miedos que autosecuestran la libertad” ya sea en acciones o sentimientos y la gente “no se atreve a reconocerse o vivir como realmente le gustaría. Por eso los lectores perdonan o sienten simpatía por mis personajes”.

La incomunicación es otro pecado de esas pequeñas desdichas de las criaturas del universo Schweblin. Una ausencia asfixiante. Todo es máscara porque, dice la autora, “en el momento en que entendemos que somos tan únicos y tan extraños y tan fuera del código común de normalidad…, nos reconocemos y desconocemos a la vez”.

En sus historias se libra un duelo silencioso entre las fuerzas internas y secretas de sus personajes y las de fuera de él.

Uno de esos miedos, insiste Schweblin es la comunicación o incomunicación. “Comunicarse con el otro implica un ruido y un desentendimiento inevitable; pero a la vez está la necesidad constante que tenemos de conectar con el otro. Es la lucha por tratar de decir, de conectar, y de tratar de entender y entenderse a través del otro”.

Lo que sucede es que sus personajes logran romper ese miedo al hallar una respuesta a sus problemas fuera de la llamada normalidad. O, se pregunta Schweblin, por ejemplo, “¿qué hay de malo, en realidad, en que un hombre vaya al supermercado en pijama? No hace daño a nadie”.

“Siempre me ha fascinado ese juego de lo extraño en la normalidad”, reconoce. Eso le ha permitido darse cuenta de que cuanto más logra acercar esa extrañeza a los mundos cotidianos y más cerca está de los lectores y de ella misma, “más peligroso se vuelve, más posible y tangible se vuelve lo extraño. Eso lo hace más interesante”. Además, le permite trabajar con la tensión “de una manera más efectiva”.

Etiquetas, prejuicios, miedos agazapados en cada individuo y el ruido de esa comunicación o incomunicación hacen más quebradiza la realidad. Y entre temores y ausencias presentes se produce el milagro de convertir la vida en un mundo de equilibristas de la cordura.



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